Este artículo de opinión es de mi exclusiva
responsabilidad y nada tiene que ver con él el colegio. Diego Arrebola Gómez
Hoy está de actualidad el debate sobre la educación
por estar tramitándose la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa)
que se empezará a aplicar el próximo curso. Voy a dar algunas pinceladas (pintar toda la pared daría para un libro y bien gordo), de cómo creo que se puede mejorar la
educación y sin gastar más dinero. Además lo pongo como artículo de debate para
que quien quiera pueda rebatir mis ideas o aporte otras en los comentarios.
Lo primero que quiero decir es que nuestra
educación no está bien, pero sí mejor que en épocas anteriores. Por supuesto
que hay mucho que mejorar, pero eso se podría lograr sin necesidad de cambiar
leyes, sino simplemente actuando con un poco de sentido común.
Con respecto a las leyes de educación he de decir que para mí tienen que cumplir dos condiciones mínimas para que sean eficaces:
- Tienen que ser técnicas y no ideologizadas (y eso se podría hacer si se quisiera). No pueden ser armas arrojadizas contra el otro, ni leyes para hacer prosélitos.
- Tienen que ser consensuadas, como mínimo con el suficiente apoyo para que los cambios de gobierno garanticen su continuidad. La educación es una cuestión de estado. De esta manera se podría trabajar a corto y medio plazo y no con la inseguridad que crea la escasa duración.
Profesorado:
El profesorado tiene que ser de excelente calidad.
Ningún sistema educativo puede ser superior a la calidad de su profesorado.
(Esto lo dice el informe PISA pero es de pura lógica).
Para ello es necesario:
1 Equipos directivos competentes pedagógicamente que motiven,
animen, que sean vanguardia en la
innovación, en la actualización permanente, en el trabajo. En definitiva, que
su ejemplo arrastre a toda la comunidad educativa. El equipo directivo no puede
tener solo un carácter administrativo. Si para ello hay que volver al cuerpo de
directores se vuelve, porque
posiblemente se sea más eficaz que como se está ahora. Esto no lo va a resolver
los directores nombrados a dedo.
2
El profesorado tiene que estar formado por los buenos. No puede haber
buenos, regulares y malos. Para ello hay que cambiar el sistema de acceso y
permanencia en la profesión. Esta solo puede ganarse con el trabajo continuo
bien hecho y con la actualización e innovación permanente que ha de ser
obligatoria y no voluntaria. Su sueldo ha de ir en relación a su mérito,
arbitrando un sistema que le motive a mejorar y no que el aumento de sueldo sea
sólo una cuestión de paso de trienios.
La inspección ha de tener un carácter pedagógico y
no meramente administrativo. Si para ello hay que aumentar la dotación de inspectores, se
aumenta.
En las aulas tiene que haber un clima de respeto que propicie el proceso de enseñanza El respeto no hay que confundirlo con la disciplina, ni con imposición de
autoridad. El respeto es un clima que tiene que ganarse el profesor con su
actuación de profesional competente y el sistema educativo cuando éste sea
valorado convenientemente por alumnado, padres y sociedad en su conjunto.
El currículo
(temario) tiene que estar actualizado, tiene que ser motivador para el alumno. Cuando el alumno aprende algo que considera útil (no es útil sólo lo que sirve para ganarnos la vida, sino también lo que nos hace crecer como personas), la motivación está conseguida.
Hay que crear una escuela de padres para que tomen
conciencia de la importancia de la educación, se fomente su participación, conozcan
a fondo los cambios actuales, y sean conscientes del valor de su papel de
refuerzo, no de sustitución, de la labor de la escuela. Muchos padres hacen lo
que creen que es mejor con toda su buena voluntad, pero no siempre sus
esfuerzos van en la dirección adecuada.
Una última reflexión. Lo que nos distingue
como seres humanos y nos hace superiores a otros animales es la inteligencia. Afortunadamente
esta no entiende de sexos, colores de piel o clases sociales. Está repartida
aleatoriamente. Un sistema educativo que de verdad quiera aprovechar toda la
inteligencia de la que goza un país, tiene que arbitrar las medidas para que
ello se consiga. Pero no pensando que esa inteligencia funcione en una
dirección determinada, sino que sea capaz de reflexionar y tras la reflexión
actúe, aceptando lo que hay o cree, proponga, descubra, modifique, invente… En
definitiva, transforme este mundo, porque
a poco que haga, seguro que saldremos ganando.
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